lunes, 12 de febrero de 2007

A streetcar named Desire

Un tranvía llamado Deseo es una de esas películas que todo ciudadano medio con aspiraciones en la vida debería ver. De hecho, seguramente yo he tardado demasiado en verla, igual que ya tardé mucho en re-descubrir la gran Sunset Boulevard...


Al salir del cine, al que fui con un buen amigo, empezamos a comentar la película (que él ya había visto) y dijo algo que se me ha quedado grabado: "Esta es una historia en la que la gente, básicamente, se trata mal". Tan sólo el inmenso cuidado y cariño que le profesa Stella a Blanche es capaz de compensar esa violencia, pero es obvio que nace de la culpabilidad y la compasión - aunque se quieran -.


Una de los aspectos más interesantes de la película es el histórico. En la Nueva Orleans de los años 40-50 la vida era el resultado final de cocinar juntos alcohol, noches de juerga, suciedad, malos gestos, escasos modales... La pasión sustiyendo al amor; la felicidad ebria, a la amistad, y la búsqueda del amor, a las ansias de escapar de la soledad. Todos son grandes y falsos sustitutivos, disfrazados de verdad y bondad, pero sólo es necesario dejar pasar unas secuencias para empezar a ver la naturaleza de los personajes. Son personas rotas y afiladas, que pueden cortar cualquier cosa sólo con acercarse.

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