jueves, 4 de octubre de 2007

Metrópolis



La imponente arquitectura de la ciudad de Metrópolis ya avisa, al principio de la película, de que esta no va a ser una cinta más, de ésas que caen en el olvido a los pocos meses o años.


El dominio de la luz y la sombra es impresionante, el diseño arquitectónico te deja boquiabierto, igual que las simetrías tan conseguidas, la deformación de los edificios, el maquillaje de las personas: todas con los ojos pintados de negro; la peluquería, que les hace parecer alocados y algo diabólicos; la increíble puesta en escena y la correcta elección de cada uno de los encuadres; las sublimes interpretaciones de María, tanto la máquina como la real, y de Freder, un héroe moderno luchando por su amada y por la libertad de sus hermanos; La crueldad infinita del trabajo manual, de las máquinas, de los jefes, totalmente ajenos a lo que se cuece en los infiernos de su propia ciudad...

Todo ello con un fondo humanista, a pesar de la forma tan rabiosamente expresionista, como sólo los alemanes supieron crearla y presentarla: lo que diferencia a hombres y máquinas es el corazón, no el raciocinio; es precisamente ese corazón lo que nos salvará de la situación tan precaria que vivimos (vivían, los obreros de entonces). También es muy agresiva la crítica a los proletarios, que aparecen como una masa informe sin personalidad ni deseos, empujada por las proclamas de unos y otros, que ni siquiera se preocupa en primera instancia por el bienestar de sus hijos. Lang no acusa en principio a los obreros de esta alienación que sufren, puesto que al mostrar la dureza y crueldad del trabajo que desempeñan, en parte les exculpa de tener otras preocupaciones, aunque el olvido de los hijos sea algo extremo. Es aquí donde María "die Heilige" (creo que la llamaban así en la película, "la santa") intenta intervenir, convenciéndoles de que pueden salir de esa situación mediante el diálogo y la paz. Luego María "die Maschine" o "die Hexe" (la bruja, como la llamarán más tarde) aparecerá para destrozarlo todo, y convencerles de que tendrá que ser por la vía violenta, lo que dará luz verde al alcalde, Joh Fredersen, para intervenir él también en el asunto (cosa que finalmente no hará... pero hay que ver la película para saberlo).

Maravillosa y apasionante película, no sólo por su contenido, mensaje y moraleja final, sino sobre todo por la maestría con que está contada, haciendo que una película muda de más de 2 horas resulte entretenida y creíble para públicos jóvenes del s. XXI. Eso, sin duda, tiene muchísimo mérito.

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