sábado, 29 de septiembre de 2007

The mirror has two faces

Barbra Streisand me demostró el otro día con The mirror has two faces (1996) que se puede hacer comedias románticas con un gusto exquisito sin dejar de buscar el éxito en taquilla. Me encontré con la película por casualidad, a las 11 de la noche en Canal Sur, y en un principio pensé que se trataba de El príncipe de las mareas. Luego recordé que en esta salía Nick Nolte y no Jeff Bridges, que es el que yo estaba efectivamente viendo.

Me dediqué a ver la película sin pensar en nada, sin pensar en cómo se llamaba o cuándo se hizo, y dio resultado. La historia es bien sencilla, simplemente una revisión del modelo del patito feo, pero con unos diálogos tan bien escritos y tan bien interpretados, que da auténtica pena que la película se acabe... Y sobre todo, da pena que la mayoría de los guionistas que escriben comedias románticas para Hollywood en la actualidad no tengan ese pulso, esa última coma, el guiño, el silencio en el momento oportuno, y sobre todo que no corran el riesgo. El riesgo de resultar algo presuntuoso intentando ser profundo, y el riesgo de que te tilden de frívolo si intentas ser natural... cuando lo natural también es ser superficial.

¡Ah! Casualmente acabo de enterarme de que la Streisand es una de las candidatas a interpretar el papel de Norma Desmond en el remake de Sunset Boulevard que presumiblemente se estrenará en 2009.
(La otra es Glenn Close)

Etiquetas: ,

martes, 25 de septiembre de 2007

Conversaba ayer con una amiga comunicóloga que acababa de ver Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses) y All about Eve (Eva al desnudo) por primera vez, y me di cuenta de varias cosas. Las alabanzas iniciales hacia ambas obras maestras fueron derivando hacia un discurso sobre mi propia concepción de cine y lo que espero de él en el futuro, sobre todo en los años que me queden de vida (en los que podré disfrutarlo...). Ella insistía en la necesidad de seguir innovando y en las infinitas posibilidades a nuestro alcance; yo apostaba por la re-invención, partiendo de un modelo establecido, exitoso, y a veces en apariencia obsoleto, como el modelo clásico.
Una de las primeras cosas que aprendes en Comunicación Audiovisual (dos años antes de recibir clases de Historia del Cine Universal) es que el cine se inventó en 1895 (fue presentado en un café de París el 28 de Diciembre por los hermanos Lumière) y que hasta 1914 se dedicaron a experimentar con la cámara, moviéndola un poco aquí o allá, y pintar a posteriori, muy de aquella manera, los fotogramas en el laboratorio. En 1915 Griffith estrena The Birth of a Nation (El nacimiento de una nación), y consigue por primera vez narrar una historia con imágenes. Tomando el modelo teatral expuesto por Aristóteles en su Poética, uno de los primeros genios de la historia del cine hilvana, sólo valiéndose de imágenes y sonidos, toda una historia de más de 3 horas de duración basándose en el principio de concatenación por causa-efecto.

Y el cine nació, o mejor dicho, nació el primer modelo, el Modelo Representativo Institucional (MRI para los amigos comunicólogos). Los americanos exploraron sus posibilidades hasta la saciedad, y también los europeos, pero fueron aquellos los que más partido le sacaron (al menos económico), algo que es también lógico ya que fue un invento suyo.

Yo soy una apasionada del cine clásico. Antes de entrar en la carrera, conocía a Hitchcock y poco más. Ahora visiono todo lo que cae en mis manos, siempre con altísimas expectativas, y pocas veces quedo decepcionada. Y es porque me importan las historias. Confieso que siento cierto desprecio por la forma, por esa otra cara de la moneda a la que los postmodernos tanta referencia hacen. Que el modelo clásico necesita una vuelta de tuerca, y que es interesante decir las cosas de otra manera, me parece una argumento razonable; que basemos el cine en formas y efectos que sólo esconden un vacío narrativo y simbólico, no. No es que no me pueda gustar Tarantino, Iñárritu o el cine iraní. No es que no sepa apreciar una buena película, o al menos que no lo intente. Las historias son buenas o no lo son; están bien contadas, o no lo están. Pero ni tanto, ni tan calvo... No es justo despreciar a Hollywood porque fueran tras el dinero. También nosotros necesitamos el dinero, por eso vivimos de subvenciones. Me apunto a que haya por lo menos un Billy Wilder vivo, aunque sea un avaro, pero que me deje pegada a la silla.

Y yo que quería hablar de Sunset Boulevard....

Etiquetas:

lunes, 24 de septiembre de 2007

Estoy harta. Harta de niñatos, del pasotismo y de la indiferencia de los de mi generación. Muchas veces contengo mis críticas porque no quiero sonar presuntuosa, pero en este espacio tan íntimo me da bastante igual.

Hoy empecé las clases. Tuve Semiótica a primera hora, y el profesor explicó el método de evaluación. 5 puntos la parte teórica, y otros tantos la práctica. Existe la opción de hacer ésta última en el examen (comentario de un texto audiovisual que se proyectará) o un trabajo sobre una película, serie o anuncio, consensuado y dirigido por el profesor. A mi mente viene la pregunta "¿Se pueden hacer las dos cosas?", pero obviamente no la formulo por miedo al murmullo general (de asco, evidentemente). Y entonces se me adelanta una muchacha, y escucho detrás de mí a otra diciendo: "qué agonía, por Dios...".
Son personas nacidas, como muy tarde, en 1986. Alumnos de 4º de carrera. De Audiovisuales. Necesitas más de un 7 para entrar. Se te suponen algunos conocimientos y SOBRE TODO interés por todo lo relacionado con la comunicación, el cine, la televisión, el arte.
Qué más da. Es que es realmente repugnante, no ya que la gente baje de un 8 a un 4 en un examen por faltas de ortografía, sino que encima vaya luego por ahí CRITICANDO el método de evaluación, descalificando al profesor. Es vergonzoso y estoy asqueada de pertenecer a una generación tan descaradamente ignorante, inculta y, por encima de todo, desinteresada, desmotivada, desilusionada, PASOTA.

Etiquetas: