miércoles, 18 de junio de 2008

SMOKE, Vidas ajenas


Es Smoke una de esas películas que ensarta trocitos de pequeñas realidades dentro de una gran realidad que es la vida, una gran realidad que se sucede en una ciudad como Nueva York.
De vez en cuando el cine nos regala películas como esa, que extraen toda la magia de lo cotidiano, al mismo tiempo que nos muestran sus pequeñas tragedias. El mundo exterior, el de la urbe, sólo aparece en contadas ocasiones, y siempre evocado de una manera u otra por los protagonistas de esa cotidianeidad. Después de todo, al fin y al cabo, todo lo que ocurre más allá de nuestra vista pertenece a vidas ajenas.

La película presenta una estructura frecuentemente utilizada en este tipo de películas "de la vida": la presentación de varias historias paralelas, independientes, cuyos protagonistas entran en contacto gracias a algún punto en común, que en este caso es el estanco de Auggie. Las historias son las de Auggie y Ruby (con Felicity como nexo en común), Thomas (Rashid) y Paul (cuya unión nació cuando el primero salvó al segundo de ser atropellado) y Thomas y Cyrus (el segundo le dio trabajo al primero, y al final resultó ser su padre); otros elementos conforman el argumento de la historia, como los ladrones que persiguen a Thomas; Ellen, la mujer muerta de Paul, o la tía de Thomas, que visita a Paul y le desvela la verdadera identidad de su sobrino.

Cada protagonista, en su turno, enseña su pequeño abanico de desgracias y dolores cotidianos, que desgrana al ritmo de una costumbre que le caracteriza, como la forma de contar historias de Paul o las fotografías de Auggie. Estas costumbres conectan el pequeño mundo del estanco, el apartamento de Thomas y el taller de Cyrus (principales escenarios de la película) con un mundo exterior, lleno de historias mágicas, especiales, que salpican esa rutina con retazos de una realidad paralela. Muestras de ello son las historias del chico de la nieve y su padre (contado por Paul), el cuento de navidad de Auggie y el relato del robo del banco en que murió Ellen, la mujer de Paul.
En estos momentos de tensión, la narratividad del filme se hace extrema gracias al uso de la música (en una especie de adagio, lento y melancólico) o del silencio, y también al zoom de acercamiento, que se produce de una forma parsimoniosa y casi imperceptible. La penetración de la historia en el espectador es espectacular en esos momentos de evasión, en esos pequeños paréntesis en que las tragedias de la película se ven solapadas por la belleza.

Estas tragedias se constituyen en la forma de vida de Felicity, la hija de Ruby y quizás de Auggie; la muerte de Ellen y el dolor de Paul; la persecución de Thomas por parte del Reptil, y el miedo del chico a declarar en contra del ladrón; y la orfandad de Thomas, quien al final se topa de golpe con su padre desaparecido.

Es muy interesante el tema de las identidades, tal y como se plantea en la película; si seguimos los conceptos de vidas reales, vidas prestadas, sueños y vidas de ficción:
- las vidas reales son las de los personajes protagonistas, con sus alegrías y sus penas; con su rutina.
- la solidaridad y "el no tener otra cosa mejor que hacer" empujan a Auggie a tomar prestada una identidad ajena, sólo por lograr la felicidad de una persona durante unas horas. Una felicidad que, no obstante, no dejaría de ser falsa, puesto que, como el propio Auggie cuenta en la película, tanto él como la abuela sabían perfectamente que ese visitante no era Roger, sino un hombre cualquiera que aceptó asumir ese rol.
Otro ejemplo no menos bello son sus fotografías, siempre desde el mismo sitio ("su esquina") y a la misma hora; el álbum en que las conserva resulta ser una especie de Gran Hermano que se sitúa desde una posición por un lado preferente, porque observa sin ser visto, pero al mismo tiempo respetuosa y humilde, pues no pretende modificar la realidad, ni siquiera criticarla: sólo reflejarla. Esas vidas que pasean cada mañana por esa esquina, o que alguna vez han paseado, son también tomadas como préstamo por parte de Auggie, que las considera su "proyecto de vida".
- Los sueños son el componente mágico de todas las vidas humanas. Sin pretender sonar cursi o pretenciosa, pienso que son la única vía de abstracción con la que podemos contar en cualquier momento; sin embargo, esa capacidad de abstraernos de nuestra realidad más cruda y llevarnos a mundos mucho más bellos también supone un alma de doble filo en tanto en cuanto debemos volver a la realidad en algún momento.
- el concepto de vidas de ficción es desarrollado ampliamente en las diversas historias que se cuentan en la película, como la de Isabel I y el tabaco o la del esquiador y su hijo en la nieve. La ficción es un elemento recurrente en la obra, pues representa esa otra vía que, junto a los sueños, permite a los protagonistas evadirse de su realidad y, al mismo tiempo, hacerla más bella y soportable. De hecho, uno de los protagonistas, Paul, es escritor, y especialista en contar historias; es un misterio para el espectador si son verídicas o no, pero en cualquier caso, tampoco importa.

En conclusión, me ha parecido maravilloso ese juego que hace entre realidad y ficción, entre verdad e imaginación; entre lo cotidiano y lo extraordinario, y cómo al final ambas cualidades resultan referirse al mismo mundo: el de la vida diaria.
La idea, la estructura de la película no es novedosa, no es original; la belleza reside en la ejecución de la misma.